19 feb 2011

DIONISO, EL DIOS ESPIRITUOSO

Según cuenta Clío, en el Olimpo había de todo. Dioses poderosos, sensibles o iracundos; algunos benévolos, otros malignos. Pero sin duda uno de que mayor simpatía despertaba entre los seres humanos era el buen Dioniso (Διoνισo), el dios del vino y del exceso, el simpático dios a quien en Roma se lo conocerá posteriormente como Baco.


Esta divinidad era hijo de Zeus y de Sémele, una princesa de Tebas. Cosa rara que tenían los griegos, un dios mitad dios, mitad humano... Y de tan humano que era Dioniso, no tuvo mejor idea que enseñarle a los hombres a cultivar la vid y preparar el vino. Eso sí que es legar un don, sí señor.

Es interesante cómo se dió su nacimiento: la princesa Sémele, embarazada de 6 meses, fue visitada por Hera, la esposa celosa de Zeus. Adoptando la forma de una anciana, Hera convenció a la joven de que exigiera a Zeus mostrarse en todo su esplendor divino. Obviamente el Rey de los Dioses se negó, por lo que la princesa le negó sus favores... Zeus estalló de furia, y dejándose llevar por la ira fulminó con un rayo a la infeliz princesa. (Primer moraleja: si Zeus se niega a mostrarnos todo su esplendor divino, conviene no insistir).

Por suerte para nuestro relato, andaba por allí Hermes, el dios mensajero, tonteando con Hefesto, el dios del fuego. El cartero divino consiguió extraer del vientre de Sémele al bebé, y para salvarlo se lo dió a Hefesto, quién lo cosió a la pierna de su padre. Sí, sí, a la pierna. ¿Qué tiene que ver un útero materno con una pierna de dios? Misterios que tiene la vida...

La cuestión es que a los 3 meses nació el niño-dios (con minúscula, no confundir), a quien por haber nacido dos veces se lo llamó "Dioniso".

Este generoso dios dormía en el invierno y despertaba en primavera. En esa época del año renacían con él las plantas, los frutos, la vida. Y por supuesto, la vid. De ahí que las fiestas en su honor eran una sucesión de alegría, desenfreno y borracheras. En ellas todo estaba permitido, el descontrol era total. Participaban todos, hombres, mujeres y dioses. Fiesta en todo el sentido de la palabra.


En el Siglo IV AC el vino más costoso que consumían los griegos de Atenas era el vino de Chíos. Algunos que las fuentes citan como de muy buena calidad eran los de las regiones de Chalkidike, Ismaros, Kos, Lesbos, Niaxos, Peparethos (hoy conocido como Skopelos) y Thasos.


Se mencionan en las fuentes también dos misteriosos vinos, Bibline y Pramnian: el primero de fragancia perfumada, el segundo oscuro y espeso, de buena calidad. 

Muchos ven el origen de las posteriores Fiestas de Carnaval en aquellas jodas divinas patrocinadas por el Buen Dioniso. Cómo sea, gracias a él podemos decir, con el amigo Horacio Guarany:

Si el vino viene viene la vida,
 si el vino viene, viene la vida,
 vengo a tu viña, tierra querida...”


Gracias amado Dioniso, por el blanco, el rosado y el tinto... ¡¡Salud!!


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